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La espiral del silencio

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Muhyadin

Muhyadin era un joven procedente de Etíopia que por falta de posibilidades para vivir mejor, se vino a España con la intención de trabajar, mejorar su nivel de vida y vivir en paz. Para ello pagó una "diminuta" cantidad de dinero para abrirse las puertas del paraíso terrenal llamado Europa, encadenando, sin remedio, a su familía a su buena ventura, bajo amenaza de graves consecuencias en caso de no pagar.

La odisea de Muhyadin comenzó en Sudan, un viejo camión de la segunda guerra mundial era su preciado medio de transporte, el siguiente objetivo era N'Djamena, capital del Chad en pleno corazón de las tinieblas, en esta ciudad tuvo la desgracia de que su camión se estropeará, para poder conseguir otro transporte, él y sus compañeros de sueños tuvieron que trabajar durante tres meses, diariamente, ahorrando cada Franco que conseguían, pasado tres meses pudieron continuar con su viaje por el purgatorio a bordo de una antigua camioneta, así poco a poco y parando, cuando los recursos se terminaban, fueron pasando uno tras de otro todos los paises que les separaban de las puertas del paraíso; Marruecos.

Año y medio después del inició de su viaje, habían caído ya muertos 4 compañeros de aventuras de Muhyadin, uno por inanición, otros dos por enfermedad y el cuarto simplemente por agotamiento. Se encontraban en Ksar el-Kebir, a unos 150 kilometros de Ceuta y a unos 100 de Tanger. Pasaron cuatro meses en Ksar el-Kebir, realizando trabajos espontáneos y viviendo en una comuna, atestada de ratas y muertos de hambre, gracias a su gran amigo el fliántropo, Muhyadin diría adiós a este mundo e iniciaría una nueva vida, plagada de oportunidades, sin tormentos y con los mismos derechos que todos los seres humanos.

Un amable hombre blanco les vendió, a un precio razonable, su pequeña pero segura embarcación, otorgándoles las llaves del paraíso como si de San Pedro se tratase. El día D había llegado, aquella noche Muhyadin se disponía a asaltar las puertas del paraíso, y conseguir entrar al paraíso terrenal, lo tenían todo preparadísimo cruzarían, durante la noche el estrecho de Gibraltar, era una acción peligrosa pero el premio bien que se lo merecía.

Ráfagas de viento huracanado, olas de más de tres metros, hambre y frío. Todo se conjuraba para impedir a Muhyadin llegar a su destino, pero la más férrea de las voluntades humanas se conjuraban en torno a él, haciendo acopio de fuerzas inexistentes, para mantener a Muyhadin unido a la cuerda de la balsa, horas y horas de navegación obtusa, la ansiedad se apoderaba de los corazones de la tripulación, esa ansiedad se fue tornando pavor cuando cayeron al agua los primeros derrotados por el mar, pero Muyhadin seguía anclado en la balsa, no se soltaría por nada del mundo, su vida y su futuro dependía de ello.

Y el amanecer llegó, y con el las primeras luces que avisaban de la proximidad de la costa Española, el siguiente pasó sería, nada más pisar tierra, correr como un desesperado intentando escapar de las autoridades españolas. La balsa se estrelló contra un rompeolas y fue el disparó de salida de la carrera hacía el paraíso, Muhyadin no corría, volaba, pero sus energías se volatilizaban rapidamente, y sus perseguidores le ganaban terreno...Estaba tan cerca, era el momento de dejarse la vida, y correr lo más rápido posible, para librarse de las garras de la autoridad insensble.

Pero no fué posible y al final atraparon a Muyhadin, lo retornaron a su país, y dos semanas después apareció muerto a las afueras de su pueblo, su padre también fue asesinado y su madre y hermana violadas. Ese era el pacto, si Muyhadin no pagaba el resto de lo que debía, lo pagaría su familía. En el corazón de las tinieblas no existe la oportunidad de sobrevivir y por ello muyhadin arriesgó todo lo que era para llegar al paraíso, pero cuando llegó se dió cuenta de una cosa: Se había olvidado de lo más importante, un papelito.

El nacionalismo

El nacionalismo 1. m. Apego de los naturales de una nación a ella y a cuanto le pertenece.
2. m. Ideología que atribuye entidad propia y diferenciada a un territorio y a sus ciudadanos, y en la que se fundan aspiraciones políticas muy diversas.
3. m. Aspiración o tendencia de un pueblo o raza a tener una cierta independencia en sus órganos rectores.

Texto extraído del diccionario del diccionario de la RAE

Teniendo en cuenta estas premisas y el panorama político de la nueva Europa, es de justicia otorgar una importancia absoluta a los nacionalismos. Comentarios como "Un estado plurilingüe es muy caro de mantener" o "Las lenguas minoritarias son menos útiles" forman parte de los argumentos que esgrimen los antinacionalistas actuales, aquellos que se olvidan que el nacionalismo no se define en términos económicos o de eficacia, sino qué es un sentimiento, una afinidad a unas virtudes propias de un pueblo, y esta serie de actitudes no deberían tener cabida en la construcción de la Europa que todos queremos.

Diferenciar también entre el nacionalismo y el nacionalismo indepententista, no todos los vascos exigen el autogobierno, pero tanto unos como otros se sienten vascos y hablan en mayor o menos medida euskera.

Existe una serie de derechos asociados a toda nación enumerados en El decálogo de los derechos de los pueblos de Ronald Breton, entre los cuales hay que destacar: el derecho a la cultura étnica, a la lengua y a la autodeterminación. Parece ser que los actuales dirigentes políticos se han olvidado no de los tres derechos numerados, pero si del tercero, el derecho a la autodeterminación que nos señala: el poder de decisión de los pobladores de una únidad territorial acerca de su futuro estatuto político.

Posiblemente sería ocioso que hoy día los nacionalismos exigieran ser respetados y tolerados, puesto que esta etapa se presupone resuelta, pero eso es lo que pretenden los gobiernos estatales, enredarse en un debate que solo les beneficia a ellos sobre la legitimidad histórica de los nacionalismos. Pero el nacionalismo del siglo XXI debe dar un paso hacía el frente y exigir que se le otorguen todos los derechos y poderes que por justicia se le atribuyen, porque este sentimiento no nace de la nada, es la representación de una voluntad popular, de una afinidad entre sus gentes y de un amor por su tierra. Otro debate seria la conveniencia o no de la separación de las naciones del estado, podria resultar economicamente eficiente o no, pero esta decisión no la deberían tomar los poderes del estado sino la gente que de verdad se siente identificada con su propia lengua y sus tradicones, en fin la gente a la que realmente ocupa este tema.

Concluyendo la Europa que aún no ha dado sus primeros pasos, se tropezará, seguramente, si niega la responsabilidad y los derechos que, de por sí tienen las naciones fuera de la innegable autoridad política del propio estado, así que un poco más de atención hacía estos sectores no sunpondrá una amenaza de futuro sino que será una pieza fundamental hacía la construcción de una unidad más segura y compacta.

El surrealismo

El surrealismo La palabra surréalisme es un término de origen francés compuesto del prefijo sur y el nombre réalisme. La primera vez que aparece es en el título de la obra de Apollinaire "Las tetas de Tiresis. Drama surrealista". Su traducción sería algo así como "superrealismo" o "sobre el realismo". De esa forma querría dar a entender el arte que está más allá de la realidad. De hecho en un principio la traducción española citaba "Superrealismo" o "Sobrerealismo". Hoy día ha permanecido el término Surrealismo, que no se debe confundir en la traducción española como "subrealismo", lo cual distorsionaría completamente el sentido de la palabra.

Ayer viendo una entrevista al escritor y publicista Frédéric Beigbeder en una televisión local le preguntaron: "¿Qué es el surrealismo?" La respuesta del autor de 13'99 o El amor dura tres años fue tan sencilla e impactante como sus obras: "Hoy dia, en este mundo, el surrealismo lo es todo".
Este francés de 38 años me parece un hombre intrigante y que siempre me hace pensar con sus libros, pero esas escuetas palabras lo hicieron aún más.

Actualmente el surrealismo se extiende más allá del arte, la literatura o el cine, lo que nació siendo la creación intelectual de unos cuantos románticos franceses ha crecido hasta implantarse como un valor propio de nuestra sociedad. Porque no podemos negar que dentro de nuestras actitudes y acciones se esconde cierta pasión por el mundo ilusionante de los surrealistas del siglo XX.
El surrealismo tiene una mezcolanza de cinismo, grandes dosis de humor y mucha pero que mucha hipocresía, es una supuesta actitud de rebeldía contra la moralidad, la actitud reguladora de la razón o las normas estéticas imperantes. Es surreal que un pretendido antiglobalizador se comuniqué a través de internet, pero en la realidad lo hace, también lo es que ciertos sectores apoyen la acción militar pero exijan paz y libertad para todos, etc.

¿Pero este concepto de surrealismo encaja con el que pensaron sus creadores? La verdad es que no.

Tanto André Breton como Guillermo Apollinaire no señalarían como surreales a los revolucionarios, a los defensores de la moralidad o de la verdad, posiblemente los nombrarían de otra manera para no ensuciar con la hipocresía de sus actitudes este pulcro concepto independiente de la razón, la moralidad y la estética del hombre del siglo XX y XXI.
Porque como dijo Breton: "Hay un hombre a quién la ventana ha partido por la mitad" Sí, eso si es surreal.